BALADA CATALANA.
Rugiente pasión ardía
en el alma del doncel;
fuera de Ella nada había
en el mundo, para él.
-¡Lo que a tu capricho cuadre
-dijo a su amada- lo haré;
si las joyas de mi madre
me pides, te las daré.
Y ella, infame como hermosa,
dijo en horrible fruición:
-¿Sus joyas? ¡Son poca cosa!
¡Yo quiero su corazón!
En fuego impuro él ardiendo
hacia su madre corrió
y al punto su pecho abriendo
el corazón le arrancó.
Tan presuroso volvía
la horrible ofrenda a llevar,
que, tropezando en la vía,
fue por el suelo a rodar.
Y brotó un acento blando
del corazón maternal,
al ingrato preguntando:
-Hijo, ¿no te has hecho mal?
Hoy por hoy conciente de lo que signica puedo decirte y decir TE AMO MADRE Y QUE FALTA ME HACES
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